El concepto de dividir para vencer tiene una historia extremadamente larga. El principio es simple; dividir concentraciones fuertes de poder en diferentes pedazos, que individualmente tienen menos poder que todo el conjunto, después evitas que se vuelvan a unir mientras vas conquistando las divisiones, y al final el imperio es tuyo.
En el ámbito de la innovación, el mismo principio aplica.
Para ejemplificar mejor, me voy a referir a las consolas reproductoras de música de hace varias décadas. Los primeros equipos de sonido no eran para nada como los conocemos ahora. Eran literalmente muebles de madera, muy elegantes, que integraban un tocadiscos, el ecualizador/amplificador, y las bocinas, todo en uno.
Para esto, la empresa que los fabricaba, tenía que ser muy buena en carpintería, electrónica, acústica, etc. Si uno de estos equipos fallaba, las posibilidades de fallo eran múltiples ya que todos los componentes estaban integrados en un equipo grande, pesado y complejo. Si una empresa quería competir, necesitaba hacerse buena en todas las disciplinas que mencioné anteriormente, lo cual no era tarea fácil. Esto ocasionaba que no hubiera mucha competencia, los equipos no eran muy buenos y pasaban los años sin que evolucionara su diseño o su tecnología.
La innovación estaba secuestrada por la complejidad.
¿Qué pasó después?
Diferentes empresas se empezaron a especializar en diferentes componentes. Una empresa se especializó en las bocinas, otra en la tornamesa, otro en el ecualizador, otro en el amplificador, otra en la carpintería, y finalmente una empresa en la parte de marketing y comercialización. De esta forma la innovación no estaba secuestrada. El especialista en bocinas podía avanzar sus diseños sin esperar a que el especialista en el mueble lo hiciera, al final el especialista de bocinas podría vender sus diseños a otro integrador de equipos, o bien finalmente el especialista en bocinas podría hacer su propia marca y vender sus bocinas.
Y esto nos lleva al presente.
El concepto de división por especialidad llevado al extremo se da en la industria automotriz, en la que hay miles de empresas especializadas en cada componente. Desde lo que es más visible como las bocinas y las llantas, hasta los cables y las tuercas que nadie ve.
Una pequeña lista de empresas especializadas en la industria automotriz:
- Bosch: Se espcializa en los sistemas de inyección de gasolina
- Denso: Electrónicos
- Continental: Frenos, sistemas de estabilización y llantas
- Michelin: Llantas
- Johnson Controls: Instrumentación
- Autoliv: Bolsas de Aire
- Nemak: Cabezas de motor de aluminio
En el desarrollo de software, el concepto también aplica. No es lo mismo desarrollar un sistema de administración de cartera, en un solo componente de software, que separarlo en componentes. Sería extremadamente complejo tener en un solo programa toda la lógica de administración de datos maestros, cálculos financieros y la contabilidad. Lo ideal es separar lo más posible los componentes, diseñarlos por separado, desarrollarlos por separado, probarlos por separado, y finalmente integrarlos. Al final el mantenimiento será más fácil, las posibilidades de error serán menores y lo que es mejor; si podemos separar especialistas por áreas de conocimiento, cada tema podrá evolucionar e innovar a su propio ritmo, y nuestro sistema será superior.
De acuerdo contigo, de acuerdo con el Hypercicle de Garthner respecto a SOA, el desacoplamiento de las arquitectura muestra ya cual es verdadera capacidad: la cual no radica en la reducción de costos por reutilización realmente, si no en la integración entre plataformas que no son hemogeneas en sus esquemas de comunicación. El reto radica en que los arquitectos comprendan los costos y riesgos subyacentes de desacoplar las barreras funcionales innatas de las aplicaciones, por el simple capricho de atomizar y encapsular una transacción que no tiene sentido ser usada fuera del propio sistema.
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